y otras que sólo fueron alimentadas por nuestra ilusión.
Llantos, gritos, desesperación.
Las manos, tan valientes como cobardes, no se unen.
El Ego se ha convertido en el Señor Todopoderoso
que lo controla todo, que nos controla a todos.
Es la epidemia de nuestro tiempo.
El fuerte viento que convierte en polvo
lo que realmente ... importa.
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