en un vaso de agua
que yo misma he llenado.
Siento un vacío que no consigo
suprimir con nada,
pues la rabia se está apoderando
del miedo, y la soledad
del espíritu.
Siento la necesidad de no callarme,
pues el silencio es la peor arma que existe
capaz de liberar los sentimientos
que ciegan y envenenan al ser humano.
La inocencia me la arrebataron en la clases
de tortura psicológica en aquel edificio blanco.
Muchas gotas han caído ya,
y siento que es hora de cambiar.
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