que te lleve a tu destino esta noche.
El guía, tu fortaleza, se ha esfumado
tan rápido como apareció.
Hoy ya no queda nada,
ni siquiera la sombra de lo que fue
y no pudo ser debido al orgullo
de tu ego, el cual no cesa de lastimar.
Deja de mirarme así,
tu mirada es penetrante y dolorosa,
tus ojos son como flechas de fuego,
y tus manos cristales que se clavan en mi piel.
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