16 septiembre, 2010

A las cinco de la tarde


A las cinco de la tarde
te dejé marchar.
Un día cualquiera
tiré la jaula
que me mantenía
en una falsa seguridad,
que me hacía daño
sin darse cuenta,
que me hacía gritar
sin ni siquiera pedir perdón.

Y así pasaron las horas
hasta que a las cinco de la tarde
te dijese adiós.

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