24 julio, 2009

Coche


Con las ventanas abiertas,
con la música resonando en mis oídos
y los pensamientos nadando
de un lado a otro, sin parar,
mis lágrimas decidieron salir
y recorrer mi rostro,
mientras mi mente intentaba,
absurdamente,
tranquilizar mi corazón
que latía y latía
a la misma velocidad
que la máquina que me llevaba.

No sentí nunca ese sentimiento
tan profundo, tan doloroso como hoy,
mientras pasaba por las calles
hacia mi casa,
hogar de la tranquilidad,
el lugar de mis sueños e ilusiones.

Todo se desmorona,
y lo más triste,
lo más triste es que parece
que lo escogí yo.

Mas no valen las quejas
cuando está tomada la decisión.

Ya no.

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