Hay cuerdas que se rompen, otras que se aprietan aún más, y otras que sólo fueron alimentadas por nuestra ilusión.
Llantos, gritos, desesperación. Las manos, tan valientes como cobardes, no se unen. El Ego se ha convertido en el Señor Todopoderoso que lo controla todo, que nos controla a todos. Es la epidemia de nuestro tiempo. El fuerte viento que convierte en polvo lo que realmente ... importa.
Terremotos, huracanes, vueltas incesantes, espinas que se clavan en lo más profundo de tu ser dejándote sin aliento; anhelando un susurro, una pequeña brisa de silencio.
Mientras giras, las flores se abren y se marchitan en el transcurso de la vida, de la ilusión del tiempo, de aquella línea que nos posee a todos, la cual no tiene inicio ni tampoco final.