16 abril, 2011

No me queda nada.


Todo se transforma.
No es lo mismo de antes.
No sé quien eres,
no sé quién soy.

Mi mente se aferra 
a un clavo que no cesa
de arder.

Es adictivo,
peor que cualquier droga.
Te mata lentamente,
pero con dulzura.

Quizás escogí mal.
Quizás estaba predestinada.
No quedan motivos 
para lamentarse.

Ya no tengo nada.