22 febrero, 2010

Caminando


Caminando sin rumbo estoy, perdiendo siempre las mismas batallas, conociendo a la misma gente, escuchando las mismas palabras. Y siempre están las mismas cosas, las mismas subidas, las mismas bajadas, y el mismo carril vacío, sin vida, como mi corazón, cansado de luchar, de sentir.

Huyó lejos de aquí, a un hogar donde le esperaba su gran amiga, Soledad, con sus brazos abiertos, y el pañuelo en la mano, esperando que se acercara para escupir toda su miseria, la poca atención que tuvo por parte de su gente más allegada, la cual no le regalaba más que odio y desconfianza a cada cumpleaños, y en navidad, más rencor, más insultos. Lo llevaban directo al infierno más cruel.

No fueron pocas las veces que decidió él mismo quitarse la vida, pues, ¿de qué merece la pena vivir, si nadie te quiere? Así pensaba él. Nadie le quiso decir ni una sola palabra de ánimo, de cariño. Y en esa persona se convirtió. En un ser sediento de amor, pero que está tan cansado de buscarlo, que se ha rendido, en el rincón más oscuro, alejado y pobre de la ciudad; donde nadie le molestaría, donde daría rienda suelta a sus pensamientos, y tal vez, después de tantos años, encontraría la felicidad en su tranquila y tan deseada muerte.

19 febrero, 2010

Aire.


Aire puro y limpio que me haga despertar del oscuro anochecer, sacado del infierno, que está muy lejos, inmerso en el vacío del sistema solar... o más allá.

Aire que me haga soñar, que estoy despierta y que nada me hará cambiar la comodidad, y la seguridad que siento en ese momento, de lujuria, de locura, de sedienta estabilidad. La estabilidad que nunca tuve, y que no parece querer quedarse aquí, a mi lado, a diario.

Por favor que alguien pare el tren, que no hace más que dar vueltas y vueltas en círculo. Siempre parte del mismo punto de intranquilidad, y siempre regresa. Mi mente está mareada. Necesito expulsar todos los escombros que he ido aumentando a lo largo de mi vida. Necesito expulsarlo todo. Necesito que la felicidad me haga un favor: que se acerque un poco más, para facilitarme el poder tocarla durante más tiempo. Que no se esfume tan pronto. Por favor, que lo haga. Que lo intente. Que lo haga por este ser que no hace más que llorar y ser infeliz, al cual le han negado lo que más necesitaba, cuando más vital era.

Necesito un soplo de aire fresco para poder continuar.

03 febrero, 2010

Febrero


Hoy dedicaré un tiempo a pensar
en lo mucho que perdí y soñé,
en lo que pude ganar y perder,
en lo que fracasé y lloré.

Ha pasado mucho tiempo,
han pasado muchas cosas;
hechos buenos, agradables,
pero muchos más tristes.

Sin embargo el corazón
sigue latiendo; no me queda otra
que seguir viviendo
en este mar sin fondo.

Es difícil levantarse por la mañana
e inspirar aire, día tras día.
Han sido muchas las tempestades,
muchos sueños rotos.

Y no, no quiero vacaciones,
no quiero que mi mente tenga la libertad
de hacer lo que ella quiera, sin mando,
sin una guía. No quiero.

Todo se esfumaría... otra vez.
No debería volver a ocurrir.

Y pues... en la orilla de mi cama
hay llantos, cristales rotos,
y una desesperada fuerza
para seguir luchando, y volver a ganar...